O mon amour

Las personas realmente necesitamos creer y tener fe en algo. Unas tienen fe a un ser superior, denominado Dios. Hay grandes religiones monoteístas en el mundo, pero creo que la mayor de todas es la fe de una persona hacía otra persona, pudiéndola definir como amor.

Despertarse una mañana y pensar que en algún lugar del mundo existe una persona dispuesta a darlo todo por nosotros, al igual que nosotros somos capaces de corresponder. Escribir sobre cosas hermosas y alegres no se me ha dado nunca bien, pero hoy me siento en mi silla del salón frente a mi imac. Observo con atención lo ancho y largo de todo el comedor y me doy cuenta de todas las personas que por el han ido pasando y las que aún les queda por pasar.

Con los años me he vuelto mas perfeccionista y eso me ha hecho recordar que a la vez que vamos avanzando por la vida, yo personalmente me he vuelto más ordenado en lo que a hombres, familiares y amistades se refiere. No tengo que mirar mucho más atrás en mí viejo baúl, para sentir que antes necesitaba ese agobio ciudadano.
Ahora cuando voy a invitar a gente a mí casa soy mucho más recatado. Al igual que las personas podemos ir reformando nuestra propia casa, como hecho yo hace poco, que he tenido la suerte de poder tirar media casa y dentro de los medios que se me dieron diseñar un espacio que pudiera encajar con mi vista actual de las cosas, y eso queridos lectores lo veo reflejado también a la hora de saber quien de verdad son esas personas que siguen y seguirán penetrando mi estancia.

Soy un minimalista redomado, un conformista aullador. Soy ese gato vividor que trepa y corre por la vida, intentando causar el menor revuelo posible, limpio, ordenado y sobre todo independiente. A mis veintiséis años de vida puedo decir que feliz y orgulloso de ser como soy, estoy. De enamorarme o no, ante todo creo tener ya un amor verdadero, que son mis padres y unos grandes pilares y no menos amores que los primeros que son mis amigos, sobre todo una de todos esos, que es una de las personas que más amo con sinceridad, orgullo y satisfacción, madre mía me estoy pareciendo al rey dando el discurso de navidad...

Bueno realmente hoy escribo en mi blog como algo inusual en mí sobre todo porque hoy me encuentro muy agusto de lo que soy y de las personas que tengo a mí alrededor.

No me voy a poner más melodramático.

Edith Piaf

Hoy quiero dedicarle la semana a una poderosa voz francesa, que seguramente os haya marcado un antes y un después como lo ha sabido hacer en mi. Mucho de lo que escribo, lo escribo teniéndola a ella como fondo de sala. Todo lo melancólico y triste que puedo llegar a ser se lo debo a ella, su gran voz hace en mi un efecto mágico. Sólo con escucharla mi mente no es mi mente y empieza a volar sin rumbo alguno, hacía el infinito universo de lo desconocido...

Os dejo tres de sus más y conmovedoras canciones...



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¿Qué dirán?

Con la reciente entrada del 2002. El destino había anunciado un cambio en mi vida.
Algo que me dejaría marcado para siempre, al igual que una persona decide en un momento de su vida ser caracterizado por un tatto en su piel. Mi marca no iba a ser un mero hecho estético, sino más bien sentimental y emocional algo imborrable. Seguramente a lo largo de los años, incluso de los siglos, historias similares a la que yo ahora os voy a relatar, les hayan sucedido a diversos seres humanos.
Simplemente matizar que de lo que si estoy seguro, es que esta es mi historia, y de nadie más. Una historia de amor, de pasión, de entrega y de dolor.

Espero que todo este trabajo, autobiográfico, no solamente tenga luz, sino que pueda brillar por su propia fuerza.

Fueron años impresionantemente divertidos, intensos, locos…

Empecemos pues…

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