Seguramente este relato sea uno más en vuestras vidas, pero sin duda es la historia de cómo aprendí a querer y a ser correspondido. Pocas personas podrán experimentar las sensaciones que yo con sólo dieciocho años, aprendí. Todo para mí era nuevo. Una forma de vida totalmente fuera de sí. Inteligencia, cultura, educación, lujo…
Tan solo era un niño. Un niño algo mimado en un matriarcado. Realmente era aquel ser que tanto deseaba mi madre, una niña. Aunque yo prefiero ser un hombre con gustos parecidos al de una mujer, sexualmente hablando, claro...
Por aquel entonces mi vida era absolutamente rutinaria. Educación mínimamente conservadora, los chicos ligan con las chicas y viceversa. Muchas veces me paro a pensar si realmente soy homosexual por placer o porque me encanta llevarle la contraria a todo el mundo… No, lo soy realmente por placer. Soy hombre, al que le pierden los hombres. Que sabios eran los griegos… El cuerpo del hombre es la perfección absoluta, sin menos prestigiar al cuerpo sedoso y desnudo de una mujer, sobre todo las embarazadas. Las relaciones son duras, sobre todo cuando uno experimenta sensaciones extrañas en su ser. Simplemente en esos momentos uno no es uno. Deja de serlo para dar paso como en el famoso cuento del patito feo, deja paso a ese cisne que siempre ha estado debajo, oculto, guardado. Así es como realmente se siente uno. Pero al revés. Uno se deja de querer. Yo precisamente deje de quererme…
Tenía novia por aquel entonces. Pobre, si supiera la mitad de cosas que hice, en un pedestal seguramente no estaría… Pero vamos ella tampoco se quedo de puta para abajo, todo hay que decirlo, yo no la tocaba el pecho… Pero ella bien que se rozaba con su ex… Y la pobre no tiene culpa alguna, la carne es la carne, y llama a eso… Pobre ingrata sin corazón… Bueno sin rencores. Cada cual que soporte su vela. Aunque yo tuviese una cruz… Fueron tiempos muy duros.
Ya es duro de por si salir del armario, pero salir por la noche casi por primera vez por el ambiente, y justamente dar con alguien famoso en su trabajo y reconocido mundialmente por ello, es algo mucho mas duro y muy difícil de llevar. Sobre todo viniendo de un pueblo de la comunidad de Madrid, y ni siquiera acostumbrado a saber lo que es cenar, comer fuera de casa de diario, u hospedarse en un hotel, ya sea el hotel mas sencillo del mundo. Son cosas que para mi hacían las personas con dinero y no yo. No quiero decir que mis padres fuesen, bueno sean pobres, que no es el caso la verdad. Pero si son gustos de ricos. Que con el tiempo fueron afinando mi carácter y ensalzando mi forma de ser.
Aprender de la mano de personas así, es muy gratificante. Aprendes las cosas malas y las buenas y con un buen juicio las valoras y las conviertes en gran parte de tu personalidad. Siempre siendo original y creativo.
Bueno que tenia pareja por aquel entonces, y este hombre apareció en mi vida. Fue algo mágico la verdad. Me encontró bailando en una discoteca. En ese momento yo no sabia quien era el… Pero no paso mucho tiempo hasta que lo averigüe. Como anécdota curiosa casi siempre que cuento esta historia, finjo e intento darle más dramatismo a la historia, como en una buena película. Me tomo así por decirlo libertades históricas. Y bueno siempre cuento que hasta que no llegamos a su casa y veo una cartelera enorme de cine en la pared colgada, y le digo que gran película… Y rápidamente se me escapa un: ¿te gusto? – y el muy avergonzado… Claro como no, soy yo el director…
Pero no seres míos, así no paso… Antes de salir de aquella discoteca sabia muy bien con quien iba, pero no tenia di la menor idea de cómo iba a desarrollarse los siguiente capítulos de mi vida.
Muchas veces pensaba o sentía que era como ese padre que casi no he tenido. Atento, cariñoso y a veces muy regañón… Partimos de la base de que yo era un chico algo inculto, irracional, muy mimado… Era un pieza vamos… Incluso era bastante impertinente. Mas bien insoportable… Apenas leía… Menos iba al cine… Vamos y ya de ver películas en V.O. mejor de eso no hablamos… Y bueno todo lo que ahora soy, en gran parte se lo debo a el. A su atención, a su paciencia… Me enseño a ver la vida de todos los puntos de vista posibles, a valorar las pequeñas cosas que nos da la vida, y las grandes también. Realmente me transformo, fui una my fair lady total… Así me sentí al ver el musical.
Aquella noche cambio mi vida, para siempre. Realmente la influencia de una persona puede hacer que te pudras en la miseria o que resurjas de ella. Yo resurgí. Un nuevo Javier crecía dentro de mí. No soy el chico homosexual, sino un gran chico se despertaba en mí.
¿Una última copa en nuestra casa…? Pude escuchar entre el griterío de la muchedumbre. Bueno ya podéis imaginaros lo siguiente. Al principio fuimos unos cuantos los que llegamos hasta su casa, a tomarnos esa famosa copa. Luego la gente se fue yendo, poco a poco y ahí en el sofá azul de retor entrelazado nos quedamos mirándonos fijamente sin que saber, al menos yo no sabia lo que hacer, para mi era algo nuevo, nunca antes había estado en una situación semejante. Cada vez que me paro a pensar o mejor dicho intentar rememorar dicha situación, son muchos los recuerdos que se entrelazan en mi mente y vuelan en ella, queriendo ser rescatados también por el brazo mecánico que los selecciona y los introduce en el cerebro para ser visualizado en nuestra pantalla interior.
Acababa de llegar de Japón, de terminar de promocionar su última película. Me acuerdo muy bien porque tenía un reloj que le habían regalado estando allí, un Casio de la línea de los G – SHOT. Y bueno entre un amigo suyo y yo, nos disputamos ese reloj. Ganando yo claro… Ciertamente puse mucho empeño en ese reloj, porque fríamente pensándolo, yo no sabia si realmente iba a volver a esa casa, y mucho menos si iba a volver a verlo. Quería tener algo que me ayudara a recordarle, que me ayudara más bien a recordar ese momento. Que cuando mirara la hora que fuera, me acordara de cómo alguien así con su inteligencia, me estuviera seduciendo. Ese reloj pasó a formar parte de un amplio ajuar de regalos, que en mi vida imagine, que podría llegar a tener.
El simple roce de unos dedos acariciándote los tuyos, puede hacer desatar una guerra interna de cambios de temperatura, insaciable.